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La cuestión nacional en Mariátegui

En la obra de Mariátegui, una constante que se desarrolla muchas veces es la idea del Perú como una nación en construcción. Es decir, el país no es una entidad ya terminada de hacer, sino que aún está en fábrica. Por ello, su esencia no reposa en el pasado, sino en el futuro. Es un proyecto y su tiempo de realización es el mañana. 

Esta idea no fue exclusiva de Mariátegui, sino que la compartió con varios integrantes de su generación. Por ejemplo, para Basadre, el Perú era un problema y una posibilidad. La idea es la misma, lo que tenemos hasta hoy son componentes de la nacionalidad, pero aún no han cuajado en una estructura. Bajo otra perspectiva, el mismo postulado se halla en Luis Alberto Sánchez, quien escribió sobre la adolescencia del Perú, en espera de su edad madura. 

Sin embargo, este planteamiento no era consensual. En realidad, era una postura que buscaba salir del entrampamiento entre hispanistas e indigenistas. Los unos afirmaban que el Perú nacía de la conquista española y la consiguiente incorporación de los Andes a la civilización occidental y cristiana. Mientras que, los indigenistas contestaban que el verdadero Perú se hallaba en el pasado prehispánico y que la excelencia nacional reposaba en el incario. 

De este modo, hispanistas e indigenistas tenían visiones exactamente opuestas, pero unidas por su identificación de la nación peruana con el pasado. ¿Cuál pasado? La respuesta era diferente, pero en ambas había una esencia de país ya realizada y que se hallaba en el ayer. La tarea de hoy consistía simplemente en renovar el alma del Perú. 

En contra de ambas posturas se levantó la concepción de la nación por terminar de armar. Pero, entre sus defensores también hubo diferencias y planteamientos singulares. En las líneas que siguen veremos el punto de vista específico de Mariátegui. 

Vamos a dividir el análisis en dos componentes: el procedimiento y la meta. Las preguntas son cómo lograr construir nación y cuál es su futuro. Con respecto a la primera cuestión cabe destacar que para Mariátegui existen fuerzas proto nacionales, que propenden a su construcción, pero que están fragmentadas y muchas veces en contradicción. Estas corrientes son un dato objetivo de la realidad y punto obligado de partida para el proyecto de construir nación. 

Quiénes integran estas tendencias. La respuesta no es sistemática, pero la reflexión apunta en primer lugar a los indígenas, que son la mayoría nacional y cuya cuestión constituye el problema principal de la nación peruana. Todo el asunto de la construcción nacional gira alrededor del tema del indio. Es más, todas las corrientes políticas e ideológicas de su tiempo se articulaban en torno a la respuesta al tema del indio.

Asimismo, Mariátegui considera a los mestizos y en su debate con Sánchez sobre el indigenismo sostiene que busca un Perú integral. Aunque el racismo de su tiempo, que comparte en forma explícita, lo lleva a denigrar de negros y chinos, su visión es altamente integradora. El Perú surgirá como nación de la articulación de sus partes hoy fragmentadas.  El punto es cómo componer. 

Por ello, el procedimiento es fundamental. La construcción nacional implica encuentro, diálogo y concertación. Ahora bien, esta dinámica no surge espontáneamente y menos de arriba, del Estado. Por el contrario, promover la articulación es una tarea revolucionaria y debe surgir de abajo, de la sociedad civil y también de una estructura política seria y responsable. 

Por otro lado, la articulación promueve el encuentro de los subordinados, empezando por los indígenas, pero también el proletariado y los estudiantes. Aquí es esencial el papel del diálogo y de los espacios que la promueven. Otra pregunta es quiénes son los posibles articuladores. La respuesta de Mariátegui guarda relación con conciencia y voluntad. La nación reposa en quienes luchan por ella, porque la anticipan en su planteamiento. En palabras textuales, “la nación vive en los precursores de su porvenir mucho más que en los supérstites de su pasado”. Peruanicemos el Perú, p. 72. 

Si la nación implica concertación, ésta requiere resolver una contradicción. El proyecto a futuro de la nación peruana implica una lucha. Mariátegui no vislumbra armonía, sino conflicto. En efecto, la concertación es entre explotados, y su propósito es reunir fuerzas para imponerse en una batalla por delante. Qué batalla, cuál es el conflicto que avizora Mariátegui.

Dada su formación en el marxismo, el Amauta buscó definir la contradicción principal, aquella que anudaba todas las demás y cuya resolución era la clave de la política revolucionaria. Según Mariátegui era necesario cambiar el enfoque y dejar de buscar soluciones en términos étnicos y buscarlas en la dimensión socio-económica.  La contradicción principal no era entre indígenas vs occidentales, como lo sería si la base del planteamiento fuera una cuestión étnica, sino que era entre campesinos vs gamonales. Era una cuestión de clase dirigida contra el poder terrateniente. 

Es en ese terreno donde el eventual triunfo del campesinado requiere una alianza de clases. Mariátegui siempre fue partidario del frente único y su idea fue unir al campesinado con la clase obrera y los estudiantes universitarios, concebidos como sectores ilustrados y progresistas de las clases medias. Mi apreciación es que la clase revolucionaria por excelencia en el Perú de los años 1920 era el campesinado y el proletariado era solo su aliado. Había invertido el postulado marxista tradicional y constituye un anticipo de Mao.

Por su lado, como vimos, esa alianza de clases debe ser prospectiva, dirigida al futuro, porque solo en el mañana se halla la posibilidad de integrar a la nación peruana. En ese sentido, cabe la pregunta por la meta que avizora Mariátegui. Su reflexión se mueve en dos planos. En primer lugar, el futuro del país es integral. Como vimos, el propósito de la descentralización es fortalecer la unidad nacional y no disgregarla. La nación peruana del futuro es unitaria en el pensamiento de Mariátegui.

 

Este punto motivó una polémica con la Internacional Comunista porque Vitorio Codovilla, secretario del Buró Latinoamericano de la IC, pensaba que el problema del Perú era la contradicción entre una nación criolla occidental y las nacionalidades indígenas impedidas de organizarse en forma autónoma. Codovilla estaba repitiendo el famoso esquema de Stalin sobre las nacionalidades en el Imperio zarista. Así, armado con el argumento de Stalin, Codovilla apostaba por la forja de nacionalidades indígenas. La diferencia de ideas con Mariátegui se desarrolló en la famosa Primera Conferencia de los PC latinoamericanos llevada adelante en Buenos Aires en 1929. Mariátegui no estuvo presente, sino los delegados de su grupo que fueron Julio Portocarrero y Hugo Pesce. 

El segundo punto del futuro es el socialismo. La nación solo se realizará en el futuro socialista del país. Es el único sistema político capaz de asimilar intereses de diversos grupos sociales y realizarlos, darles forma material. Por qué. Su ventaja es su carácter cooperativo, que permite entregar lo mejor de cada uno para el progreso de todos. La ventaja de la igualdad es que trae la libertad concebida como igualación del poder.

Además, en el Perú existía una larga tradición de cooperación. Provenía del mundo indígena y se basaba en el ayllu y la comunidad. Las mayorías indígenas habían practicado por siglos un sistema cooperativo, dotado de instituciones y normas culturales. Por ello, la cooperación ampliada estaba fuertemente enraizada en la mentalidad de la mayoría nacional.

Si socialismo equivalía a cooperación, los campesinos andinos sabían cómo hacerlo, venían practicándolo desde hace siglos y su universo mental e institucional había resistido el paso del tiempo. Por ello, estos hábitos sociales de cooperación y las comunidades como entidades orgánicas podían ser el sustento del socialismo peruano. Era posible evitar el capitalismo y saltar directamente al socialismo. Las características singulares del campesinado andino hacían posible avanzar al socialismo y lograr en el nuevo régimen las conquistas que en Europa trajo el capitalismo. La modernidad, la libertad y el desarrollo industrial no serían obra de una etapa intermedia, sino de un salto directo al socialismo que junto a igualdad social traería democracia y desarrollo. 

Este punto fue motivo para la polémica con el APRA. Según la conocida fórmula de Haya, el imperialismo tenía una cara positiva y una negativa y la tarea del Estado antimperialista era aprovechar la una e impedir la otra. Es decir, para Haya el capitalismo era inevitable y había que atravesar esa etapa con un Estado fuerte que desarrolle un capitalismo nacional. En su horizonte no aparecía el socialismo. 

Por ello, Haya y Mariátegui acabaron discrepando sobre la nación. Cuál es el futuro que nuestra lucha anuncia: el capitalismo de Estado o el socialismo. Ese asunto dividió dos proyectos que compitieron por la hegemonía el resto del siglo XX. 

Como sustentó Flores Galindo hace varias décadas, la etapa final de la vida de Mariátegui transcurrió en un doble debate: con Haya y con la Internacional Comunista. La polémica con Haya llevó a la ruptura, mientras que el debate con Codovilla era el mecanismo de Moscú para disciplinar ideológicamente al naciente comunismo peruano.